Un grupo de ciudadanos de una pequeña ciudad decide agruparse tras una causa de bien público, de esas que afectan a toda la comunidad. Enseguida logran el apoyo de toda la localidad, pero al mismo tiempo se dan cuenta que para lograr sus objetivos necesitan alcanzar un público más amplio. Y eso se logra de una sola forma. Un evento mediático. No alcanza la justicia de la causa, para que la opinión pública a nivel nacional los ayude, tienen que aparecer en la tele.
La respuesta que reciben los sorprende. Al principio parece fácil, con poco esfuerzo logran un resultado que poco tiempo atrás parecía imposible. Las cosas comienzan a moverse, y eso los alienta más. Se suman nuevos militantes, lo que impulsa a todos a esfuerzarse aún más. El éxito es una realidad; ya está a la vista. Las cámaras de televisión llevan el evento a millones de personas en todo el país.
Pero algo sale mal. Una vez que la maquinaria se ha puesto en movimiento, parece tomar voluntad propia. Nadie puede pararla. La gente duda entre seguir adelante o ponerse a salvo. Pero ya es tarde. El daño está hecho.
¿Cómo pudo pasar esto? Si sólo queríamos el bien de todos.
jueves, marzo 23, 2006
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